Instituto Pedagógico Padre José Kentenich
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De: Elena Lugo, Ph. D. Presidenta Comisión de Bioética Padre José Kentenich, Docente Facultad Médica del Hospital de la Concepción (San Germán). Catedrática Jubilada UPR-M. Catedrática Invitada PUCPR. Miembro del Instituto Secular de Schoenstatt Hermanas de María

Aborto: NI UN ACTO MÉDICO NI UN ACTO ÉTICO. 

Preámbulo:  En los debates realizados en nuestra legislatura predomina la perspectiva sustentada en derechos, principalmente de la madre, con una referencia implícita al principio de autonomía. En este ensayo confiamos demostrar que la autonomía debe responder a la beneficencia y a la no maleficencia. Lo hacemos en el contacto de la bioética clínica.

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 Además de destruir la vida del hijo por nacer, el aborto provoca un grave daño anatómico y fisiológico a la madre – laceraciones, infecciones, posible esterilidad, toxicidad de los fármacos usados.

Para salvar la vida de la madre si esta corre peligro grave se puede tratar la madre aun si supone riesgo de daño irreparable para el embrión o feto (doble efecto) pero NO se puede directamente destruir el embrión o feto para salvar la madre. La vida inocente no puede ser suprimida directamente por ninguna razón al ser un valor trascendente, ni directamente sacrificada en favor de otros aunque sea para salvar a alguien. Es deber del médico mantener la vida de la madre como la del niño y proporcionar todos los medios terapéuticos indicados.

Un embrión o feto con defectos genéticos, patologías incompatibles con la sobrevivencia o con una vida de calidad retiene su derecho a nacer y/o a los recursos proporcionales igual que un paciente terminal al borde de la muerte, pero aun no fallecido.  La “calidad de vida” de la persona por nacer, aun si se trata de un embrión o feto seriamente afectado o prácticamente moribundo no justifica el precipitar su muerte o el negarle la vida puesto que este es un valor fundamental. Las dificultades previstas en su nacer o infancia, aun si recaen sobre los padres, no justifica el aborto sino mas bien supone un reclamo a la sociedad de proveer ayuda especial para los minusválidos. No desestimo la complejidad ética del prevenir nacimientos de personas con graves defectos genéticos, solo que la prevención tal vez propuesta por los genetistas no debe conducir al aborto.

También clínicamente visto, se debe considerar el efecto altamente nocivo del aborto en la salud mental de la madre, su pareja y familia. Se conoce bien el síndrome del aborto (depresión, intento de suicidio, impulso a robar bebés, culpabilidad morbosa que dura por años después del aborto)

Ante la cuestión clínica se debe recordar que son dos las vidas en juego por lo que habrá que considerar los límites de la autonomía de la madre y del médico, la dignidad del niño por nacer y el deber de justicia para proteger su vida. Vida humana es: Un Don preciosoUn bien sagrado y un Derecho fundamental